Pragmática y cognición: La teoría de la Relevancia

Tal y como ya se apuntó en la introducción, comenzamos con la Teoría de la Relevancia porque, a diferencia de las demás, esta teoría ofrece una gran amplitud explicativa sobre el funcionamiento de la comunicación en el ser humano.
Creo que para un lector no especializado, la mejor manera de entender lo que propone en términos básicos la teoría de la Relevancia es imaginando lo que nuestra mente hace cuando nos encontramos delante de las manchas que se utilizan en los test de Rorschach; esas manchas que en principio no significan nada y que son moldeadas por cada persona, de acuerdo con lo que hay en su mente, hasta hacerlas relevantes, hasta conferirles un significado.
La Teoría de la Relevancia de Sperber y Wilson presenta un modelo de comunicación alternativo al tradicional basado en la codificación-descodificación de signos lingüísticos. En el nuevo modelo, 3 durante la comunicación, tienen lugar los siguientes procesos: un proceso de interpretación de la realidad, una codificación lingüística de lo más relevante, una descodificación del mensaje y una interpretación del mismo en la mente del interlocutor.
Los procesos de codificación y de enriquecimiento pragmático están regulados por un principio cognitivo, esto es, automático e inconsciente, denominado Principio de Relevancia, según el cual, el hablante solo codifica la parte más relevante de lo que quiere comunicar, mientras que el oyente infiere todo lo que el hablante ha querido decir partiendo solamente de la parte codificada verbalmente por el hablante. La comunicación, por tanto, es inferencial, y está regulada por la ley de coste y beneficio, según la cual siempre se minimiza el coste de procesamiento y se maximiza el beneficio en términos de conocimiento. Solo se transmite lo que es relevante, y algo que es relevante es una información que despierta inferencias, que despierta significado a todos los niveles en las bases de conocimiento de los participantes.
Esta teoría se encuadra dentro del paradigma de las Ciencias Cognitivas, que siempre ha manifestado su interés por el modo en que el ser humano procesa y representa la información en el interior de la mente. En dicho paradigma, la mente se entiende como un mecanismo eficiente de procesamiento de la información , como un dispositivo mecánico destinado a consumir información (somos informavívoros en palabras de Miller) y que se hace comprensible desde un punto de vista científico usando el ordenador como metáfora estrella. Además, dicha teoría no sólo es respetuosa con el modularismo de Fodor sino que, frente a su pesimismo, se propone abrir un camino a la descripción del procesador central. La pragmática quedaría fuera por tanto de la competencia lingüística del hablante, no formaría parte del módulo lingüístico dedicado en la arquitectura diseñada por Fodor, y donde el generativismo ha encontrado un sitio para integrar su teoría dentro de dicha arquitectura.
La comunicación debe ser definida, como consecuencia, como un proceso inferencial. Esto no sería posible sin la capacidad del ser humano para hacer inferencias o razonamientos. No es necesario explicitar lo que es fácilmente inferible por el otro. En la fraseología del español encontramos bastante unidades fraseológicas con contenido metafórico que aluden al procesamiento inferencial de la información: ser cortito, no llegar, no coger los chistes, no pillar nada, etc. En el plano sociocultural, existen maneras diferentes de hacer inferencias según los marcos de cada uno. Así por ejemplo, las famosas diferencias sobre el uso del lenguaje por parte de las mujeres y los hombres remiten a procesos de interpretación diferente de las formas lingüísticas en un contexto determinado, y por tanto, a diferencias de criterio a la hora de establecer qué información es relevante y cuál no.
Por lo tanto, debemos empezar a comprender los enunciados lingüísticos como índices que conducen a un significado que no está en los textos y que está relacionado con la intención del hablante, pero que al mismo tiempo se apoyan en la base de conocimientos comunes para asegurarse de la interpretación correcta del enunciado.
Así pues, según los partidarios de esta teoría, el proceso de descodificación o recepción pasa por diferentes etapas (si son seriales o paralelas se desconoce por completo): desambiguación en la asignación de referentes, enriquecimiento o especificación de referencias (explicaturas 4), y conclusiones (implicaturas).
Un mensaje relevante es un mensaje que crea efectos contextuales, que enriquece el mundo de conocimientos del que lo recibe sobre la base de sus supuestos. No siempre los mensajes tienen el mismo grado de relevancia, puede ser que la información nueva sea tan nueva que sea incapaz de relacionarse con algún supuesto y de integrarse en el mundo de creencias; en otras ocasiones, puede ocurrir que la información para el locutor sea conocida y por tanto menos relevante; y finalmente también puede ocurrir que sea tan contradictoria que sea difícil atribuirle un significado. En principio, lo ideal sería que el coste fuera mínimo y el beneficio máximo, pero pensemos que el aprendizaje, por ejemplo, de una lengua extranjera requiere en su primera etapa un coste procedimental alto frente al beneficio recibido en términos de información relevante.
En el proceso de interpretación de un enunciado, buena parte de su relevancia pasa por inferir su relación entre el valor de verdad y el plano de la acción social, como lo que sucede cuando decimos Me estás pisando.
La teoría de la Relevancia ha recibido bastantes críticas en lo que respecta fundamentalmente a su estatus científico. Como ya hemos señalado, esta teoría defiende que la comunicación se rige por un principio cognitivo que automáticamente enriquece los enunciados escuchados con el conocimiento almacenado en la mente creando implicaturas. Durante esta operación se buscan para los enunciados los mayores efectos contextuales, mayor beneficio en términos de conocimiento con el menor coste de procesamiento. Cuatro son las críticas que vamos a enumerar a continuación.
La crítica más importante a esta teoría, dentro del marco popperiano, es que no se puede falsar, esto es, no se puede demostrar que sea falsa, ya que todavía no podemos medir el coste de energía de procesamiento cognitivo que realiza un hablante al interpretar un enunciado ; respecto de esta crítica, Montolío señala que esto se trata de un problema empírico que ha de resolver la neurociencia, no la pragmática; sin embargo, desde mi punto de vista, aunque no sea competencia de la Pragmática calcular empíricamente el coste de procesamiento de la información, no debemos de obviar que esta teoría se levanta sobre unos valores de verdad que hoy en día, a pesar de las técnicas de la Neurociencia para visualizar la actividad cerebral, son muy difíciles de demostrar, y tendrán que pasar aún unos años antes de saber si al principio de Relevancia se le puede considerar una entidad relevante dentro del funcionamiento de la mente entendida como una entidad física. De momento, la mente es como la energía oscura sabemos que está allí, que influye en los procesos de creación de la materia pero no podemos dar cuenta de ella.
La segunda crítica, enunciada por el psicólogo Sánchez Zavala, está dirigida a la consideración de la comunicación como un proceso exclusivo de intercambio de información, negando la parte emocional de dicho proceso .
En tercer lugar, la teoría de la Relevancia explica cómo los seres humanos procesamos la información dentro del marco de la comunicación, sin embargo, este marco no explicaría el funcionamiento del lenguaje interior dentro de la mente, y su función cognitiva .
En cuarto lugar, algunos autores alegan que esta visión de la Pragmática entraría dentro de la Psicología más que de la Lingüística o de la Gramática, ya que deja fuera de su programa de investigación el estudio sobre los usos sociales de la lengua .

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