Las voces de la razón: retos para la relación entre mente y lenguaje

En primer lugar, me gustaría destacar que la dicotomía entre significado cognitivo y significado socio-cultural es tan útil metodológicamente como falsa en la realidad, ya que en el fondo la cultura forma parte de la cognición. Comenzando por esta última, la Teoría de la Relevancia, nos habla de qué ocurre con el significado y la forma desde una perspectiva si se quiere más psicológica. En este sentido, Sperber y Wilson, pero también algunos pragmatistas como Grice, inciden en que el significado es el resultado de una inferencia. Lo que me interesa señalar aquí es que el significado de una forma lingüística aflora en el cerebro siempre dentro de un contexto que será el que marcará, evocará su significado más relevante. La forma lingüística, ya lo dice tanto la teoría de la argumentación como la de la relevancia, convoca el significado. En el capítulo cinco ya hemos explicado cómo diferentes valores pueden convivir en un mismo marcador del discurso, y cómo algunos de ellos conviven simultáneamente y cobran diferente grado de relevancia según el contexto de uso. La relevancia es un principio que funciona también a nivel de significado. Este proceso se puede observar claramente en la creación de términos nuevos, como por ejemplo, el término nativos digitales, el cual es el resultado de una operación de síntesis basado en los rasgos más relevantes de la realidad que se ha querido designar. Además cada vez que las formas lingüísticas son usadas en el tiempo y en el espacio se producen procesos de atribución de significado, y de construcción de otros nuevos. Este hecho se puede ver en los procesos de resignificación de los símbolos religiosos a lo largo de la evolución de las religiones. Un símbolo a lo largo de su historia se ve sometido un proceso de atribuciones de significado que cambian según los contextos. Entraríamos pues en la dimensión social de los significados.
Hasta ahora, hemos puesto los ejemplos de atribución de significado a nivel de palabra. Pero es apropiado recordar aquí que los procesos de atribución de significado se producen no solo en este nivel sino también en el de las unidades fraseológicas y en los del enunciado. No deja de ser relativamente curioso que la recursividad haya sido enunciada como una propiedad de la sintaxis cuando en realidad es una propiedad innata al lenguaje como lo es, en último término, a la naturaleza del universo. La mente es recursiva, como cualquier sistema biológico, y en ella la información se recrea constantemente.
La gran aportación de la Pragmática al mundo del conocimiento es el énfasis que ha puesto en señalar que los enunciados están ligados unos a otros, que sus significados se enlazan con el lazo de la inferencia mental y que los marcadores del discursos nos ayudan a hacer restricciones sobre la interpretación de los enunciados anteriores. Así, en Si bebes, no conduzcas, nos encontramos con dos enunciados cuya relación no puede definirse en principio como lógica, puesto que no hay ninguna relación a priori entre conducir y beber; pero a través de la partícula si dicha relación se vuelve lógica. Es por ello que los marcadores del discurso deben estar representados formalmente, porque detrás de esta relación semántica hay una concepción del mundo que se ha denominado sentido común. Los relevantistas han dicho que los marcadores son piezas con un significado procedimental no representacional. En este trabajo hemos podido observar, a través del estudio de los significados de los marcadores de C-Oral-Rom, que los marcadores discursivos codifican información de muchas clases, procedentes de fenómenos lingüísticos de diversa naturaleza. Pero, sin embargo, ninguno de estos se considera en la representación lógica de enunciados, ni en la semántica proposicional, porque esta disciplina se ha centrado fundamentalmente en la representación del significado oracional, esto es, el significado como resultado de los elementos que componen la oración. Es necesario subir un nivel más y empezar a crear sistemas formales que reflejen no solo que los enunciados luego tienen un significado total, sino que además este significado está constreñido por la relación semántica que comparta con los enunciados que le rodean y con las proposiciones implícitas. Así es como se expresa el pensamiento consciente, en su fluir cotidiano.
Actualmente nadie duda de que el conocimiento del cerebro y su funcionamiento es con creces superior al de lo que se sabía de él en siglos anteriores. El programa marcado dentro de las Ciencias Cognitivas siempre se ha caracterizado por este afán de integrar las investigaciones procedentes de diferentes disciplinas (Lingüística, Neurología, Filosofía, IA, etc.). No obstante, muchos de estos marcos teóricos están muy lejos de ser compatibles entre sí. No solo porque utilicen terminología diferente, sino también porque los acercamientos teóricos, los modelos, conceptos y herramientas aluden a sistemas de clasificación diferente de un mismo objeto. Además, existe una brecha bastante grande por el momento entre aquellos cognitivistas que creen en un modelo computacional de la mente, y aquellos que abogan por la absoluta superación de esta metáfora, que consideran errada, ya que los últimos descubrimientos sobre el cerebro y su funcionamiento confirman que la mente es analógica, metafórica desde su concepción, y que opera mapeando unos conocimientos con otros. El origen metafórico del lenguaje avalaría este funcionamiento básico .
Los marcadores del discurso en este sentido nos hablarían de la sintaxis de los enunciados. Si bien no estoy insinuando que se puedan definir reglas para la construcción de textos, al igual que se han descrito reglas para construir oraciones, es justo señalar que hay conjuntos de textos que comparten rasgos estructurales, patrones. Las entrevistas, por ejemplo, comparten un patrón formal, las conversaciones telefónicas también, al igual que las cuatro mil novelas de Corín Tellado, o las partituras de Bach, tal y como el hijo del premio Nobel de física D. Hofstadter nos lo hace entender en su obra Godel, Escher, Bach, un eterno grácil bucle. Es en este sentido cuando defiendo la recursividad no del lenguaje sino también del pensamiento.
En la Expo de Zaragoza del 2008 había un experimento en el que las moléculas del agua cambiaban su forma en función de las palabras que proferían visitantes del pabellón. El lenguaje es un producto de la naturaleza y debe tener una explicación en todos los niveles de descripción incluido aquel que lo considera una energía que participa de la interacción con el universo. Citemos las palabras de Penrose en su obra La mente del emperador dentro del capítulo dedicado a explicar la relación entre consciencia y mente:

Sabemos que en el nivel submicrocóspico de las cosas las leyes cuánticas son válidas; pero en el nivel de las bolas de crítquet es la física clásica la que vale. Sostendré que en algún lugar intermedio necesitamos comprender la nueva ley para ver cómo el mundo cuántico enlaza con el clásico. ¡Creo también que necesitamos esta nueva ley si queremos conocer alguna vez las mentes! Por todo esto pienso que debemos buscar nuevas claves.

El lenguaje es la parte más accesible de la mente humana; todos queremos saber cosas sobre el lenguaje porque esperamos que todos estos conocimientos nos lleven entender mejor la mente. Dentro de la Lingüística parece que se han levantado dos bandos de reconciliación imposible. Podríamos hablar, por un lado, de aquellos que se preocupan por lo interno, dentro de los cuales podríamos denominar a los investigadores que realizan su labor dentro del generativismo y la pragmática cognitiva; y, por otro, de aquellos más preocupados por lo que de una manera burda podríamos denominar la actuación, y que a fuerza de estudiar las producciones lingüísticas en un medio real han llegado a ciertas dimensiones del lenguaje en las que el generativismo o el estructuralismo no se habían interesado en su justa medida. Uno de los fenómenos que han puesto de relevancia los estudiosos de los textos, tanto Ducrot con su teoría de la Polifonía como Bajtin en el terreno de la crítica literaria rusa, es que las producciones lingüísticas son juegos de voces que representan diferentes posturas argumentativas . Pero es de justicia señalar aquí que es la mente la que es polifónica y no el lenguaje. En el capítulo 4 definimos la argumentación con la frase dale a A una razón para pensar C. Este A siempre es una representación mental. El pensamiento que se lleva a cabo a través del lenguaje interior es un acto de argumentación para llegar a la verdad y generar más conocimiento dentro de la mente. Esto no podría darse si constantemente no estuviéramos dudando sobre determinadas verdades y encontrando argumentos para apoyar unas y desbancar otras. Este proceso de búsqueda de la verdad se realiza de manera dialógica, donde cada voz representa una postura discursiva. La descripción de los esquemas de razonamiento en interacción, dónde cada razonamiento remite a presupuestos diferentes, es solo una parte de lo que la IA tiene que empezar a considerar si quiere que sus redes neuronales artificiales dialoguen consigo mismas.
Se suele decir que la investigación en Inteligencia Artificial debe estar contextualizada a la realización de tareas que impidan al ser humano pensar de una forma creativa. Es muy interesante observar el modo en que se integran dichas afirmaciones en sistemas económicos que impiden al hombre precisamente pensar de manera creativa, y que lo convierten en mano de obra muy fácil de sustituir por una máquina a poco que implementemos en ella ciertos marcos contextuales de conocimiento, sobre todo en lo que a los puestos de trabajo más sencillos o rutinarios se refiere. Si el investigador en IA tiene una ética no neoliberal dejará sencillamente de investigar en este campo, como lo hizo el autor del programa Eliza, al ver cómo el resultado de sus investigaciones estaba destinado a inventar un robot soldado que continuara con la carrera colonialista de los EEUU en el mundo, antes de la llegada del presidente actual. Lo cierto es que siempre me he planteado qué clase de investigador sería el que inventó la máquina que obliga al personaje de Charlie Chaplin a comer en la película Tiempos Modernos. La llegada de robots que sirvan para ocuparse de cosas muy concretas será visto como un cambio positivo cuando el conjunto de la sociedad se sienta beneficiado de ella.

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